La versatilidad de los sistemas digitales me permite articular ideas plásticas y utilizar las imágenes televisivas como materia prima pictórica. Las frases que acompañan cada cuadro hacen parte del diálogo que entablo con las imágenes. El elemento azar es inevitable. La obturación de la cámara digital (por lo menos la de la mia) suele ser más lenta que la de la análoga, o bien, no es posible manejar las velocidades (en la digital), por tanto no se tiene total control sobre el instante que se captura. Los fades de edición en televisión producen yuxtaposiciones sorpresivas y la imagen arroja una poética amplia que alude a la saturación del silencio.

Me asombra, la ausencia de polvo contraria a la práctica pictórica con materiales físicos, pero a su vez la presencia de un ruido magnético viajante.

En resumen, esta práctica es un regurgitar visual y bucanero.